San Francisco, la puerta dorada

Posted by Antonela Minniti On 15:20 0 comentarios

Golden Gate

Cuando estaba en Argentina y le contaba a la gente que iba a pasar 4 meses en California no dejaban de repetirme "Anda a San Francisco, es increíble" a lo que yo respondía que sí sin prestar demasiado entusiasmo; hoy, después de pasar 3 días en la ciudad, entiendo perfectamente lo que querían decirme.

San Francisco fue la primer parada del "California Road Trip", un viaje planeado y soñado desde hace meses y el final perfecto para esta experiencia que empezó a comienzos de diciembre.

Es fácil darse cuenta que se esta llegando a la ciudad, en nuestro caso veníamos de South Lake Tahoe y tuvimos que recorrer 360 kilómetros hasta la costa. Atravesamos la montaña dejando las camperas y la ropa térmica atrás, cruzamos el valle californiano y en un abrir y cerrar de ojos estábamos parados en el medio de un puente enorme, aquel que sirve como conexión entre Oakland y la Bahía de San Francisco.


Puente que une Oakland y San Francisco

Decidimos que la primera parada iba a ser el "Golden Gate", un monumento más que emblemático. Para llegar hasta ahí es inevitable recorrer el barrio de Nob Hill, la parte más tranquila y elegante de la ciudad. La mayor parte de las casas del lugar fueron construidas durante la fiebre del oro, por lo que se pueden ver edificaciones bien suntuosas que sin embargo conservan el estilo del lugar.

Ver el Golden Gate trajo mucha emoción en todos, no se si fue por el puente en sí o por el hecho de que aquella enorme cantidad de hierro color naranja nos hacía caer en la cuenta de que estábamos en San Francisco y que el viaje realmente había comenzado.

Después de más de 4 horas en el auto teníamos ganas de caminar, por lo que decidimos comenzar a bajar por los diferentes caminos para ver el puente desde abajo. Así llegamos hasta la costa en donde sacamos fotos y disfrutamos del paisaje y el olor a mar. A esta altura el calor comenzaba a sofocarnos, esa mañana cuando salimos del pueblo hacía frío, había nieve y todos nos abrigamos bastante, por lo que después de las fotos fuimos hasta los autos en busca de algunas remeras y un poco de agua.


Golden Gate con Pau y Mechi

Una vez que nos cambiamos empezamos a cruzar el puente caminando, no tardamos demasiado en darnos cuenta que era más largo de lo que pensábamos por lo que mucho antes de llegar a la mitad dimos la vuelta y volvimos a los autos para seguir recorriendo.

Llegamos al Pier 39, uno de los dos más famosos de la ciudad. Ahí nos encontramos con la típica imagen de San Francico: puerto, barcos, infinidad de negocios, construcciones de madera y mucho color. Los lobos marinos descansando en los muelles y los turistas con sus cámaras de fotos en las manos. Es asombroso como está cuidado el lugar, los tulipanes con sus colores vibrantes, las plantas hermosas, todo limpio, ordenado y armónico.


Pier 39

A esta altura eran más de las 3 de la tarde por lo que fuimos al hotel en donde dejamos los bolsos y nos dividimos en 2 grupos, algunos salieron caminando rumbo al barrio chino, pero Mechi y yo decidimos agarrar el auto y recorrer primero Mission, el barrio latino. Según artículos turísticos allí íbamos a encontrar grafitis y casas antiguas, la realidad es que ni siquiera bajamos de la camioneta, el barrio latino es sombrío, tiene aspecto peligroso y no se ven caras amigables, puedo decir con seguridad que es la única parte de San Francisco que no volvería a visitar.

El próximo lugar para recorrer era China Town, el Barrio Chino, todo un emblema del lugar ya que es la segunda comunidad de chinos más grande del mundo después de China, por supuesto. Llegamos al atardecer, después de haber paseado todo el día y sin haber comido nada, por lo que la misión no solo era conocer, sino probar la deliciosa comida del lugar.


Barcos en Pier 39

Cuando se llega al barrio (que consta de una calle principal y varias otras perpendiculares) uno se traslada inmediatamente a Asia. Es increíble cómo la arquitectura se transforma, los faroles están rodeados de dragones, los bancos (el City Banck, HSBC, American Banck, etc.) tienen fachadas chinas, los farolitos y las guirnaldas cuelgan por la calle y los supermercados tienen una variedad de comida nunca antes vista, desde raíces secas hasta tortugas y ranas vivas, además de cosas totalmente desagradables a la vista de cualquier occidental.

Después de un rato encontramos un lugar más o menos pasable para comer, no de patos colgando de la vidriera ni revueltos con ingredientes desconocidos. Elegimos arroz frito con verdura (nada de carne ni de cosas raras, uno nunca sabe que se puede encontrar) y con la cajita en la mano seguimos recorriendo, sacando fotos e inspeccionando los exóticos bazares en los que se puede encontrar desde palitos chinos hasta figuras de acción de Jesús (sí, el de la Biblia)



China Town

Ya estaba anocheciendo así que nos dirigimos a “Little Italy”, el Barrio Italiano que está solo a unas cuadras del chino. Este parte de la ciudad está repleta de restaurantes con comida más familiar para nosotros, pizza, pasta, helado y todas cosas ricas.

Después de tomar unas cervezas sentados en la calle mirando pasar los tranvías en un bar de la zona, pasamos por un restaurante italiano, agarramos unos ricos sandwiches y nos fuimos al hotel, ya era tarde, habíamos andado todo el día y el viaje recién empezaba…

CONTINUARÁ...



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