Blog de viaje

Vivir un partido de la NBA es una experiencia única que va más allá del básquet. Esta era la segunda vez que presenciaba un encuentro de la mejor liga mundial de este deporte, hace dos años en Miami tuve la oportunidad de ver jugar a Miami Heats vs New York Niks pero esta vez el partido tenia un condimento extra, se enfrentaban Sacramento Kings con San Antonio Spurs, o mejor dicho Andres "Chapu" Nocioni con Manu Ginobili, dos estrellas argentinas.

El día que decidí venir a Estados Unidos mire el fixture de la temporada 2009/2010 y no tuve dudas, este era un partido que tenia que ver. A medida que pasaba el tiempo eran cada vez más los argentinos que querían viajar hasta Sacramento, en mi grupo eramos 32 personas pero adentro de la cancha había por lo menos 30 mas.


Llegamos al lugar bien temprano, el partido empezaba a las 7 de la tarde pero a las 5 teníamos que estar en el estadio para retirar las entradas que habíamos comprado en un paquete grupal. A las 6 en punto se abrieron las puertas del "Arco Arena" y pudimos entrar a ver el pre-calentamiento desde el Court Side. Tuvimos la suerte que en ese momento los dos jugadores que estaban lanzando al aro eran Manu y Chapu, uno en cada punta de la cancha. Después de terminar con su rutina y al ver tantas camisetas argentinas y escuchar los gritos de aliento en español, Manu se acerco a firmar autógrafos y sacarse fotos con todos; el Chapu por su parte tuvo poco tiempo para los seguidores y después de unas pocas firmas tuvo que volver al vestuario.

El partido comenzó puntualmente, primero la entrada de los jugadores con show incluido, después el himno estadounidense cantado por una mujer con una voz increíble mientras que varios niños flameaban una bandera que ocupaba la mitad de la cancha. Lo siguiente fue el salto inicial que dio comienzo al partido. Los dos primeros cuartos fueron bastante monótonos, el partido iba parejo. Entre nachos, chearleaders, gritos de aliento y especulaciones termino el primer tiempo, los Spurs ganaban 61 a 60.



Estábamos por ir a recorrer la cancha durante el entretiempo cuando la mujer que nos vendió las entradas se acerco con un regalo, dos tickets para ver el segundo tiempo desde el Court Side. Tuve la suerte de que una de esas entradas (que valían U$S 750) fuera a parar a mis manos por haber organizado el viaje; fui feliz hasta la planta baja y no me di cuenta de los asientos que tenia hasta el momento en que me senté al costado de la cancha, estaba casi adentro, a la misma altura del banco de suplentes sin poder creerlo.

Sentarse en una butaca del Court Side es fascinante. Cuando llegamos teníamos sobre el asiento una hoja con las estadísticas del primer tiempo junto con el menú de los diferentes locales de comidas que hay en el estadio. Los jugadores están al alcance de la mano, tener a Tim Duncan a menos de 10 metros es algo que nunca había imaginado y ver las jugadas desde ese ángulo es increíble.



Cuando digo que un partido de la NBA va mas allá del básquet es verdad. No solamente están las jugadas, las volcadas y los tiros libres sino los shows que acompañan en todo momento. La música en la cancha no se apaga, hay un DJ que va cambiando los ritmos según el momento. Bailarines, Chearleaders, sorteos, la tradicional mascota y animadores hacen que ir a la cancha sea un show.



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Nuestra ida a Sacramento tenia dos propósitos, hacer shopping en los outlets de la ciudad y ver un partido de la NBA. Para esto salimos desde South Lake Tahoe a las 8:30 de la mañana, eramos 15 personas y habíamos alquilado dos autos, una mini van para 8 y un pontiac para 5.

El viaje fue tranquilo, salimos de la montaña con nieve y hielo y a medida que avanzábamos por la ruta 50 íbamos dejando atrás la tormenta para adentrarnos en la soleada llanura californiana. Es increíble como en tan solo 150 kilómetros cambia tanto el paisaje y sobre todo la temperatura; acostumbrados a abrigarnos cada mañana, ese día salimos cargados con gorros, bufandas y camperas que tuvimos que dejar en el auto, un buzo finito alcanzaba para abrigarse y al mediodía el sol calentaba tanto que se podía caminar en remera.


Sacramento es la capital del Estado de California, ahí están las principales oficinas gubernamentales. Es una ciudad muy linda, con casas coloridas y edificios modernos, la mezcla entre lo nuevo y lo viejo es interesante. La estructura es rara, sobre todo para ser la capital, no es una ciudad demasiado grande (tiene 460 mil habitantes aproximadamente) no hay demasiado movimiento, la gente parecía bastante tranquila y el caos no se notaba.

Al final de la calle principal en el downtown esta el capitolio californiano, una especie de Casa Blanca en miniatura. Un boulevard te lleva directamente al lugar, lo que hace mas imponente al edificio. A su alrededor se ubican las casas centrales de los bancos y otras entidades importantes.

Sacramento es conocida por diferentes sobrenombres como Ciudad Capital, Ciudad Río (esta ubicada en la confluencia del río Sacramento y del American River) y Ciudad de los arboles debido a la cantidad de vegetación que hay en el lugar.

Después de pasear un rato ya era hora de ir hacia la estadio de básquet ubicado en la periferia de la ciudad, por lo que dejamos el centro y volvimos a la autopista, el principal propósito del viaje estaba a punto de comenzar.

Cuando uno viene a Estados Unidos suele visitar grandes ciudades como Miami, Nueva York o Los Angeles, pero hay ciertos paraísos escondidos que realmente valen la pena recorrer; uno de ellos es South Lake Tahoe. Esta pequeña ciudad se encuentra ubicada en el limite de los estados de California y Nevada a 90 kilómetros de Reno y 160 de Sacramento.

Para vivir el pueblo es muy tranquilo, es raro salir de la gran ciudad e instalarse en un lugar así en el cual predomina la naturaleza. Es común cruzarse con la gente en el supermercado, en los restaurantes y otros lugares; ademas en la temporada de invierno es posible encontrarse con muchos estudiantes argentinos, brasileros, peruanos, chilenos, sudafricanos y australianos, que como yo vienen al lugar a trabajar por la temporada.

Vivir en este lugar durante tres meses es muy relajante. South Lake Tahoe es un paraíso escondido en el medio de las Sierras Nevadas, cualquier vista de la ciudad resulta ideal para una postal, es recomendable tener siempre la cámara de fotos al lado. La puesta del sol en el lago, el desierto visto desde lo alto de la montaña, la vista panorámica desde las aerosillas o simplemente la calle nevada en la mañana son paisajes dignos de fotografiar.

Solo basta poner un pie en el aeropuerto de Reno para darse cuenta de que se llego a Nevada; maquinas tragamonedas en la sala de espera, publicidades de casinos y fichas de poker en cada kiosko. No quedan dudas de que esta ciudad, ubicada al norte del estado, era la capital mundial del juego antes de ser destronada por Las Vegas.

Llegamos a Reno a las 8 de la noche en medio de una tormenta de nieve, una de las chicas que viajaba con nosotros tenia reserva para pasar la noche así que decidimos ir todos con ella; así fue como caímos de casualidad en el Silver Legacy Hotel & Casino, uno de los mejores hoteles de la ciudad. Las habitaciones eran enormes, puro lujo por solo U$S 45 el fin de semana, camas king size, televisor, baño completo y suficiente lugar para acomodarnos. La vista desde la ventana era increíble, podía verse la ciudad, todo el valle de Nevada y las grandes montañas de fondo.


Esa noche no pudimos hacer mucho por el cansancio acumulado del viaje; nos bañamos, cambiamos y fuimos a recorrer el casino del hotel que se une con el del Circus. Faltaban dos semanas para navidad y justo el sábado de nuestra llegada se celebraba una fiesta bastante grande en el lugar, no dejamos de cruzarnos con gente vestida de Papa Noel, Elfos, Duendes y demás disfraces navideños.

A la mañana siguiente nos levantamos dispuestos a recorrer la ciudad y comenzamos caminando por el centro. Reno no es demasiado grande por lo que no hay mucho para ver. Con el crecimiento de Las Vegas el turismo disminuyo mucho y, con excepción de los viernes y sábados, no suele haber demasiada gente circulando. El domingo a la mañana teníamos la ciudad entera para nosotros.